En un día soleado y prometedor, nos adentramos en el encantador municipio de Onda, situado en la pintoresca comarca de la Plana Baixa, en el corazón del País Valencià, España. Conocida por su rica historia y su belleza natural, Onda nos invitaba a descubrir sus tesoros ocultos.
Nuestra primera parada fue la majestuosa Iglesia de la Asunción de Onda, cuya construcción se inició en 1727 en un impresionante estilo barroco. Su arquitectura imponente nos dejó sin aliento mientras recorríamos sus amplias naves y admirábamos las bellas capillas laterales entre los contrafuertes. Al explorar su interior, descubrimos los magníficos retablos de santa Bàrbara y de les Ànimes, auténticas joyas del siglo XVI, creadas por los destacados artistas Vicent Macip y Joan de Joanes. Sin duda, la iglesia era una obra maestra que atesoraba siglos de fe y devoción.
Después de empaparnos de la historia de la iglesia, decidimos explorar las montañas que rodeaban Onda. Siguiendo los consejos locales, elegimos la ruta hacia el Montí, un pico popular que nos prometía vistas panorámicas impresionantes. A medida que ascendíamos, nos maravillamos con la naturaleza virgen y las vistas despejadas de la región. Desde la cima, pudimos ver el Montí Menor, un pico más bajo pero igualmente encantador. La experiencia de estar en la cima del mundo fue emocionante y gratificante.
Nuestra siguiente parada fue en El Calvari, una montaña accesible y llena de historia. Allí, encontramos las ruinas del antiguo convento de Franciscanos de Santa Caterina, cuyos vestigios nos transportaron a una época pasada de espiritualidad y devoción. El entorno tranquilo y sereno del lugar nos invitó a reflexionar sobre el pasado y el presente.
Movidos por la curiosidad, decidimos explorar la Torre de la Talaia d'Onda, una torre de vigilancia árabe que se alzaba majestuosamente en la montaña de La Talaia. Desde la cima de la torre, disfrutamos de una vista panorámica de 360 grados, admirando la belleza del paisaje circundante y el encantador núcleo urbano de Onda. Nos sentimos como guardianes de la historia, preservando el legado de aquellos que habían vigilado la tierra desde esa misma torre siglos atrás.
Después de explorar las montañas, nos dirigimos a Beniparrell, un masivo montañoso compartido entre los términos de Onda y Fanzara. Las estructuras de piedra seca y las remanentes de la Guerra Civil que encontramos allí nos recordaron la importancia de preservar y aprender de la historia.
Nuestro día llegó a su fin en las encantadoras Fontetes de Mesquita, ubicadas cerca del límite entre Onda y Fanzara. Sentados junto a las relajantes fuentes, disfrutamos de la naturaleza en todo su esplendor y reflexionamos sobre la riqueza cultural y natural que Onda tenía para ofrecer.
La última parada de nuestra exploración fue el Pic del Frare, ubicado en el norte del término municipal, cerca del embalse de Sitjar. Nos maravillamos con la serenidad del lugar, rodeado de la majestuosidad de la Serra de la Pedrissa.
Al regresar al corazón de Onda, nos sentimos enriquecidos por la experiencia. Onda no era solo un destino turístico, sino un lugar donde la historia y la naturaleza se unían en una armonía única. La iglesia, las montañas y las ruinas habían dejado una impresión duradera en nuestros corazones. Con la promesa de regresar algún día, nos despedimos de este encantador municipio, sabiendo que habíamos descubierto un tesoro en el corazón del País Valencià.